En Euskonews nos interesa su opinión. Envíenosla!
¿Quiere colaborar con Euskonews?
Arbaso Elkarteak Eusko Ikaskuntzari 2005eko Artetsu sarietako bat eman dio Euskonewseko Artisautza atalarengatik
On line komunikabide onenari Buber Saria 2003. Euskonews y Media
Astekari elektronikoari Merezimenduzko Saria
Pero para llegar a esa ilusión habría que empezar desde el principio. O desde un principio, sin tanto trascendentalismo vacuo de contenido.
Como ejemplo se puede citar El Restaurante, cuadro de Díaz Olano en el que se ven dos planos desiguales: por una parte dos damas cenando y por otra parte, dos niños que no se lo pueden permitir (o cuando menos en ese local).
El cine y la gastronomía siempre han coincidido como forma estética, sea de forma evidente, sea en la imaginación. Como la imaginación de Charlot en “La quimera del oro”. O la falta de imaginación del Señor Creosota en “El sentido de la vida”. Son casos extremos, pero hay que marcarlos para poder hablar de lo intermedio.
Foto: jlastras.
Uno muy agradable es “¿Pero quien mata a los grandes Chefs?”: con Jacqueline Bisset, George Segal y Jean Rochefort. Aquí, ya se empiezan a atisbar los excesos actuales en cuanto a la dependencia de los proveedores y de las grandes marcas que están detrás. “Chocolate” con Juliette Binoche, que animó a que muchos hombres fuésemos al cine en pos de cierta bella chocolatera francesa.
“Delicatessen” nos hizo reír a muchos, al igual que “Titus” nos hizo temblar... en el otro extremo de la balanza, con Anthony Hopkins y Jessica Lange enfrentados. En “Tomates verdes fritos” Jessica Tandy hacía de un pomodoro no totalmente oreado una leyenda (tal era su carisma).
Una película muy curiosa de este genero, máxime porque es documental, es “El pollo, el pez y el cangrejo real” (de José Luis López Linares, y producida por Antonio Saura), en la que el espectador “asiste” a un certamen de nuevos cocineros en Lyon, en la ciudad que alberga el restaurante de Paul Bocuse, famosísimo cocinero. Esta coda me lleva a relativizar sobre el mundo de la alta cocina y sus protagonistas.
Al parecer, para la celebración del centenario de las bodegas CUNE (Haro), dieron una cena para la que cocinaron Bocuse y Arzak. Mientras ambos egregios cocineros se afanaban en la cocina la esposa del guardés de la finca que alberga la bodega, les llevaba patatas a la riojana cocinadas por ella. No creo que fuera el hambre lo que llevó a Bocuse a sólo comer dichas patatas durante esa jornada. Puede que también fuera un recuerdo de antaño. Sí, porque la cocina también tiene su rito y su memoria, como la de Arzak rememorando a su abuela de Ataun en la cocina, y sus guisos...
Y para rito el de Bigas Luna y su película “Jamón, jamón” y la pelea a jamonazo polvoriento entre Jordi Mollá y Javier Bardem, con unas poses que recuerdan mucho a las de cierto cuadro de Goya.
Y en otro extremo de tanta rudeza gastronómico-estética hay que recordar que en la última edición de la Documenta de Kassel presentaron a Ferran Adria como artista. Y es un error, ya que cuando alguien piensa en el arte es pensando en la irrepetibilidad, mientras que en cocina funciona mucho el boca a boca, y las recomendaciones entre amigos y familiares. Siempre hay alguien que quiere “algo tan rico como lo que le preparaste a aquel el otro día...”.
Otra película singular es “Tampopo”, una suerte de western culinario japonés que presenta los nuevos retos de los cocineros vanguardistas nipones en el presente siglo.
Y en la presentación de la mesa hay mucha relación con la estética. Cuando celebraron en Persepolis (Irán actual) el primer milenio de la Dinastía Sasánida decoraron la mesa con rosas creadas ex profeso para esa celebración. Es una decoración que no tiene nada que ver con esos bodegones holandeses del siglo XVII que muestran mesas en las que aparecen amontonadas las piezas cobradas, como Russel Crown en el carruaje de los difuntos en “Gladiator”... hay cosas que no son agradables a la vista, a la que recurrimos para conjugar cine y gastronomía en ausencia de una técnica más depurada que el Odorama de Waters.
Sí, hay que imaginar, como en los tráfagos de las cocinas de Aduriz y otros cocineros.
O la pulcra y agradable imagen de Arguiñano cocinando, con brindis final y todo.
Foto: pedrosimoes7.
Hay gente que comunica su cariño cocinando lo mejor que puede (sea un cocinero profesional o un/a amo/a de casa), o mostrando sus recetas más asequibles de forma amena en un medio como el televisivo, o divertida/irónica en medios cinematográficos, pero lo que está claro es que un evento como Gourland Film festival (Getxo 2009) ayuda a que la gente se haga una idea de lo que se cuece en el mundo de la gastronomía.
Y siguiendo la cita de Manuel Vicent “Si la tauromaquia es arte el canibalismo es gastronomía...” y la cocina (profesional o no) es rica, sabrosa y nutritiva comida. Ya que todo es bueno, y ni hay que hacer como los irlandeses, que echan sal a la comida en el restaurante antes de probarla, ni como en los westerns clásicos en el que un feliz cowboy disfrutaba de algún plato indio hasta que preguntaba por su contenido, y escupía al saberlo.
Lo que es bueno para un ser humano, es bueno para otro biológicamente; lo único que cambia es la cultura y la dificultad estriba en aunarlas sin los excesos de la globalización (y así convertirnos en el Señor Creosota).
La opinión de los lectores:
comments powered by Disqus